Potenciando la riqueza a través de la Institucionalidad: Efectos de la corrupción en el crecimiento económico

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Imagen: FMI

Por: Ángel Piñango

Caracas, 24 de marzo de 2025

Los puntos de vista aquí expresados son propiedad exclusiva del autor y no necesariamente reflejan la opinión de Ceteris Paribus.

El crecimiento económico

El crecimiento económico puede entenderse como la variación del ingreso nacional por habitante en un plazo determinado. Este es un elemento clave para mejorar la calidad de vida y garantizar una gestión eficiente de los recursos en cualquier país. Los especialistas en las ciencias económicas han buscado entender el comportamiento de las variaciones de la riqueza a lo largo del tiempo e identificar los factores determinantes que inciden en las medidas de crecimiento.

Este es un fenómeno complejo que se da a largo plazo, por lo cual se necesita mucho estudio e información para obtener conclusiones sólidas sobre su evolución. Muchos grandes economistas como Solow y Swan, Rebelo, Barro, North y Acemoglu, a lo largo del tiempo, han desarrollado distintos modelos que han tratado de explicar los factores que hacen que una economía crezca en el tiempo, con la idea de establecer políticas para potenciarlos y aumentar el bienestar de la población.

Las diferencias teóricas sobre las causas de que algunos países tengan un mayor o menor PIB per cápita se deben principalmente a las diferentes características de los países. La literatura ha cuestionado cuáles de las características influyen en mayor medida en la acumulación de la riqueza, la cual tiene múltiples respuestas asociadas a factores productivos, la dotación de recursos naturales, las condiciones climáticas, los aspectos históricos, el nivel de tecnología, entre otros. Sin embargo, Dani Rodrik (2001) estableció que la ubicación geográfica, la cultura, el comercio en conjunto con la integración económica y las instituciones son los determinantes profundos del crecimiento. 

A esto se le agrega que, al ser las naciones tan distintas, no todos las variables influyen de la misma forma ni con la misma magnitud de impacto. De Gregorio (2007), en su texto de Macroeconomía, comparte una lista de determinantes del crecimiento, elegidos debido por su significancia y por su lógica económica. En sus estudios señala elementos importantes para el crecimiento variables como la educación, el nivel de tecnología, la expectativa de vida, la tasa de fertilidad, la tasa de inversión, el gasto del gobierno, la apertura con el exterior, las variables institucionales, entre otras.

Daron Acemoglu, Simon Johnson y James A. Robinson ganaron el premio Nobel de Economía del 2024 por sus estudios sobre la formación de las instituciones y su efecto en la prosperidad relativa de las naciones. Los nobeles concluyeron que las instituciones inclusivas, aquellas que propician la participación de los ciudadanos y los derechos constitucionales, son las que propician el crecimiento económico, mientras que las instituciones extractivas, aquellas que concentran el poder y los beneficios a un subgrupo de la sociedad a costa de otro grupo, estancan el crecimiento y la prosperidad.

Corrupción

Un factor importante dentro de la institucionalidad es la corrupción, entendida como el uso indebido del poder público para beneficio privado. El abuso de recursos o de una posición de poder para extraer un beneficio individual genera ineficiencia económica dentro de una sociedad y afecta de manera directa e indirecta al crecimiento de la economía.

Las formas en que se manifiesta la corrupción varía según las condiciones del país y la solidez de sus instituciones, lo que influye en la frecuencia y gravedad de estos actos. De acuerdo a Transparencia Internacional (2014), algunas de las formas más comunes de adoptar la corrupción están el nepotismo, la captura de estado, el clientelismo, el tráfico de influencias, el soborno y la malversación.

Es importante destacar que este fenómeno puede evaluarse como causa o como efecto. Comúnmente, la corrupción es vista como una causa, un elemento que desencadena ciertas repercusiones en la economía o en otros ámbitos. Por otro lado, la corrupción puede percibirse como efecto, pues según las ideas de Ghersi (2000), es resultado de la fallas del marco institucional y un débil Estado de derecho los cuales permiten los incentivos necesarios para que se incurra en estos abusos. Si bien es útil tener ambas perspectivas, Ghersi ve la corrupción más como efecto que como causa y defiende la idea que es fundamental para producir instituciones más honestas.

Siguiendo las ideas de los ganadores del Premio Nobel, la corrupción suele estar asociada a los sistemas con instituciones extractivas. Evaluándose como causa, la corrupción ha funcionado como mecanismo de transición de instituciones inclusivas a extractivas, por lo cual es un elemento clave a tener en cuenta cuando se habla de institucionalidad y economía.

¿Cómo medimos la corrupción?

La corrupción no siempre posee la misma connotación, su impacto y motivación no suelen ser idénticos en todos los contextos, por lo cual realizar mediciones de este fenómeno es un reto, lo que lleva a investigadores a utilizar aproximaciones o mediciones parciales de esta. Esto es fundamental a la hora de entender los resultados sobre el impacto de la corrupción en el crecimiento económico.

También es un fenómeno difícil de medir debido a su complejidad, su naturaleza encubierta y la falta de datos observables sobre actos corruptos. Para tener métricas y poder incluirla como una variable de estudio se recurre a la creación de índices que permiten evaluar un tipo de corrupción o un elemento asociado a esta. Con esta mediciones se entienden mejor las causas y consecuencias del fenómeno.

Causas de la corrupción

Existen múltiples factores que llevan a la manifestación de corrupción en un país y estos siguen una lógica económica. Las personas toman decisiones de acuerdo a su beneficio por lo cual realizan una evaluación de las alternativas dadas y toman la mejor elección de acuerdo a la información disponible. Con esa idea, si una persona considera que los beneficios obtenidos por concepto de corrupción son mayores que el riesgo de ser descubierto o que el costo del castigo posterior, esta persona optará por ser corrupto. Es decir, si existen incentivos suficientes, las personas suelen recurrir a la corrupción.

El economista Soto (2003) señala que, a nivel de colectivo, los elementos que favorecen la aparición de la corrupción y que están presentes en países en desarrollo son “la falta de una clara delimitación entre lo público y lo privado, la existencia de un ordenamiento jurídico e institucional inadecuado a la realidad nacional y la inoperancia práctica de las instituciones públicas.”

A nivel de sociedades, las causas de la corrupción suelen tener más aristas, sin embargo, también responden a un contexto donde alguno de los agentes involucrados tiene incentivos para recurrir a la corrupción. La falta de reglas claras en cuanto a lo público y lo privado dejan espacio para posibles abusos de funcionarios. De la misma forma, si existe una legislación insuficiente o que sus acciones no se adaptan al contexto país, las personas buscan las alternativas que más les beneficien. No solo esto, pues si las instituciones encargadas de hacer la ley son ineficaces o no tienen recursos, el valor del riesgo de ser descubierto o del castigo por actuar de manera corrupta disminuye.

Efectos de la corrupción en el crecimiento: ¿La grasa de las ruedas de la economía o la piedra en el zapato?

Los efectos de la corrupción son transversales al ámbito económico, político y social, por lo que, teniendo en cuenta la importancia de las instituciones en la economía, su efecto puede ser mayor al que se puede identificar en las investigaciones. Además, el impacto de la corrupción dependerá de qué tan asentada está en una sociedad y si se evalúa en el corto o en el largo plazo. Soto (2003) comenta que, a nivel económico, la corrupción “provoca un costo social en la medida en que las decisiones sean tomadas por funcionarios públicos de acuerdo a motivos ajenos a los legítimos.”

Aunque actualmente hay mayor consenso en cuanto a los efectos de la corrupción en la economía, ha existido posiciones contrarias sobre este tema. Los diferentes estudios se han decantado por dos vertientes de pensamiento: la corrupción frena la actividad económica y la corrupción dinamiza la actividad económica, generando efectos negativos y positivos respectivamente.

La grasa en las ruedas

A finales del siglo pasado, en principio, la corrupción fue vista como un elemento que surgía debido a la intervención estatal de los mercados, entendiéndose como una respuesta de ajuste ante las ineficiencias de la participación estatal frecuente o excesiva. Posteriormente, la corrupción fue categorizada en dos tipos expansiva y restrictiva, una que permitía la flexibilidad y la competitividad económica y otra que limitaba el intercambio y el bienestar. (Soto, 2003). La corrupción expansiva es aquella que “engrasa las ruedas de la economía” (p. 13) utilizando como base el argumento de que facilita a las empresas esquivar burocracias innecesarias, permitiendo una mejor asignación de recursos.

Como respuesta a esto, se debe tener en cuenta que la generación de actividades económicas a través de la corrupción no es eficiente, generando principalmente distorsiones y equilibrios subóptimos. Esto sucede debido a que estos actos no aseguran que las empresas más competitivas y eficientes sean beneficiadas. Además, se agrega que la corrupción puede desincentivar en las empresas la inversión y la innovación, al establecer un mecanismo que facilite su competencia en el mercado. A nivel de crecimiento, genera mayores costes transaccionales y tiende a formar instituciones extractivas y rentistas. 

También se debe destacar, que incluso existe evidencia empírica que apoya esta idea, pues según hallazgos como los de Chiung-Ju, “el desarrollo económico del país estaba directamente relacionado con prácticas inmorales e ilegales adoptadas por el gobierno y por empresarios” (BBC, 2018). Este es un resultado que apoya esta hipótesis y que llama la atención, pues indica que existen ocasiones en que la corrupción no tiene repercusiones negativas.

La piedra en el zapato

La otra corriente de pensamiento se orienta más a la corrupción restrictiva, cuyos efectos son mayormente negativos y se hacen más dañinos en el largo plazo para la economía.  El bienestar de la población se ve comprometido cuando existe corrupción debido a que existen perturbaciones en la asignación y distribución de los recursos. Siguiendo esta corriente y según Soto (2003) los efectos de la corrupción pueden evaluarse en el ámbito privado, estatal y en los mercados.

En primera instancia, el sector privado se ve afectado pues los productores optan por ser tomadores de renta, disminuyendo recursos de actividades productivas a actividades de corrupción. Esto reduce la inversión privada y extranjera por la incertidumbre que implica la falta de rendición de cuentas y de transparencia.

Lo anterior tiene un impacto en los mercados, pues los abusos de poder y los incentivos para obtener ventajas llevan a estructuras monopólicas y oligopólicas. También se deteriora el ambiente de negocios al incentivar el rentismo lo que lleva a su vez a aumentar el endeudamiento público. Los bienes y servicios que están dentro de un mercado con cierto nivel de corrupción, suelen tener costos de producción más elevados o suelen resultar con menor calidad, lo cual se debe a los costos extras que implica la corrupción, por ejemplo, al realizar sobornos.

Respecto al Estado, la corrupción debilita la capacidad de gestión pública, lo cual incentiva a las autoridades a recurrir a la corrupción perpetuando un sistema de protección para evitar las sanciones e incrementa la ineficiencia del uso de los recursos públicos. En esa línea, se distorsiona la asignación de recursos al priorizar proyectos con alto potencial de sobornos en lugar de aquellos con mayor impacto social, implicando costos sociales y de bienestar.

Soto (2003) también comenta que se ha hecho la similitud entre la corrupción y un impuesto no oficial, que encarece el costo de hacer negocios sin generar beneficios sociales, lo cual ralentiza la economía. También a nivel macroeconómico, la desconfianza del sistema lleva a la salida de capitales, una menor estabilidad financiera y un escenario macroeconómico por debajo del ideal.

En cuanto a la evidencia empírica, existen distintos trabajos que abordan este tema, se puede destacar el trabajo de Pak Hung Mo (2000) en el cual determinó en sus estimaciones que, un incremento del 1% en el nivel de corrupción representa una reducción en la tasa de crecimiento del 0,72%. Según el autor, la corrupción impacta el crecimiento económico principalmente a través de la inestabilidad política (53% del efecto total) y reduce tanto el capital humano como la inversión privada.

La corrupción es un fenómeno multidimensional. La literatura y la evidencia empírica siguen la tendencia de que sus efectos distorsionan los mercados, desincentivan la inversión y debilitan las instituciones, lo cual impacta negativamente el crecimiento económico. Por esta razón, aplicar políticas anticorrupción es fundamental para que las sociedades obtengan mayor bienestar y progreso.

Sobre el autor

Ángel Piñango es Economista egresado de la Universidad Metropolitana. Actualmente trabaja independiente como analista de datos y como facilitador. Ha colaborado activamente en organizaciones como la Fundación Váyalo, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM). Le interesa el desarrollo de los países tanto a nivel económico como social, así como la promoción y el respeto por los Derechos Humanos. Obtuvo mención honorífica en su trabajo final de grado titulado «Crecimiento Económico y Corrupción: Un Análisis del caso argentino desde el año 1984 hasta el 2019».

Referencias bibliográficas

BBC. (2018). ¿Puede llegar la corrupción a ser buena para favorecer el crecimiento económico de los países de América Latina? Recuperado de https://www.bbc.com/mundo/noticias-43355224

De Gregorio, J. (2007). Macroeconomía, Teoría y Política. Recuperado de https://econ.uchile.cl/uploads/publicacion/15da4b763e0e0fafab520cc9c6e9fe69d3d24880.pdf

Ghersi, E. (2000). Economía de la Corrupción. Centro de Divulgación del Conocimiento Económico. Recuperado de https://cedice.org.ve/avada_portfolio/monografia-73-economia-de-lacorrupcion/

Pak Hung Mo. (2001). Corruption and Economic Growth. Journal of Comparative Economics. Recuperado de https://www.sciencedirect.com/science/article/abs/pii/S0147596700917037

Robrick, D. (2001). Institutions, integration, and geography: in search of the deep determinants of economic growth. Recuperado de https://economics-files.pomona.edu/Andrabi/Economic%20Development/growthintro.pdf

Transparencia Venezuela (2014). Manual para la denuncia de corrupción. Editorial Ignaka. Recuperado de https://transparenciave.org/project/manual-para-denunciar-lacorrupcion/

Soto, R. (2003). La corrupción desde una perspectiva económica. Estudios Públicos, (89), 23-62. Recuperado de https://www.estudiospublicos.cl/index.php/cep/article/view/756/1357