Imagen: Ledger Insights
Por: María Eugenia García y Jesús Martínez
Caracas, 13 de septiembre de 2021
Posterior a la evolución de objetos intercambiados mediante el trueque, y del uso de metales y piedras preciosas, las monedas y billetes han sido una herramienta fundamental para el intercambio, además de permitir manejar la política monetaria de los países por siglos, pero en años recientes, gracias al desarrollo de diversos medios de pago electrónico, tarjetas de débito y crédito, e incluso celulares y relojes, los pagos se han agilizado a un ritmo acelerado a una increíble velocidad. Ante esto, los economistas se preguntan ¿realmente necesitamos dinero físico?
Diversos expertos sugieren que en un futuro no muy lejano, billetes y monedas no serán más que una reliquia del pasado, ya que todo el dinero pasará a ser finalmente electrónico. De esta manera, ese efectivo que guardamos hoy en nuestras billeteras pronto solo será observado en lugares como museos. Algo así como aquellos televisores en blanco y negro o esas radios gigantescas.
Una sociedad sin efectivo puede parecer algo salido de una película de ciencia ficción, pero en realidad este es un proceso que ya estaba en camino desde hace tiempo. Hoy, el futuro escenario cobra vida más que nunca gracias a la llegada del COVID-19.
¿Cómo luce un mundo sin efectivo?
En primer lugar, pongámonos en contexto acerca de qué significaría darle fin al dinero en efectivo, y pasar a ser, una “sociedad sin efectivo”. Sin efectivo, los pagos se realizarían en su totalidad de forma electrónica, es decir, al ir a cualquier tienda, supermercado o cafetería e incluso pagar el transporte, en lugar de utilizar billetes y monedas para pagar por el valor de nuestros bienes y servicios, autorizamos una transferencia de fondos desde nuestra cuenta bancaria o billetera digital hacia el de otra persona o empresa. La forma bajo la que se realice dicha transferencia puede variar (mediante apps, pagos por mensajería, wallets, códigos QR, pagos por huella dactilar, reconocimiento facial, etc.), y seguramente surgirán nuevas metodologías, pero todas bajo la misma premisa.
Una sociedad sin efectivo es, por definición, una sociedad interconectada. Por lo tanto, siempre que la persona tenga acceso a algún tipo de dispositivo como tarjetas o teléfono, podrá tener acceso instantáneo a todas sus existencias de efectivo y, por consiguiente, a realizar sus pagos.
Pero ¿en qué unidad serán dichos pagos? Uno de los escenarios posibles que se plantean para sustituir el cash es aquel en el que las monedas virtuales, como el Bitcoin, lo reemplacen y estas se utilicen como medios de intercambio, sin embargo, probablemente los gobiernos del mundo no querrán perder por completo el poder de su política monetaria. China, por ejemplo, ya ha iniciado un ambicioso proyecto de digitalización de su moneda el yuan, para crear el “yuan digital” cuya emisión estaría a cargo del gobierno chino. Estados Unidos, por su parte, lanzó su criptomoneda atada al valor del dólar, el USDT o Tether que se plantea como una especie de dólar digital en el mundo de las criptos.
Sea cualquier fuere la unidad de cuenta en la que manejemos nuestras transacciones digitales es importante resaltar que en un mundo sin efectivo, las diferentes monedas mantienen sus propiedades fundamentales:
- Medio de pago: Aceptado por todas las personas para pagar la compra y venta de los bienes y servicios.
- Unidad de cuenta: Permite fijar los precios de los bienes y servicios.
- Reserva de valor: Conserva su valor en el tiempo.
¿Por qué dejar de usar efectivo?
Una pregunta lógica es preguntarse por qué, en primer lugar, el mundo en general querría prescindir definitivamente de usar dinero en efectivo si lo hemos utilizado siempre y, en consecuencia, si valdría la pena salvarlo de la extinción por el uso de medios digitales. Es decir, qué potenciales beneficios podría reportar el uso del dinero digital. Los expertos concuerdan en algunas razones por las cuales el mundo debería pasar a una sociedad sin efectivo.
Rapidez y practicidad
Una de las principales debilidades del efectivo es que es lento durante las transacciones: pagar sumas muy grandes regularmente implica invertir un tiempo considerable contando el dinero y si son muy pequeñas, quizá no exista el nivel de fraccionamiento de las monedas para pagarlo. Las transacciones electrónicas, al contrario, suelen ser instantáneas. Con el añadido de que no es necesario cargar con cantidades de dinero difíciles de llevar y de que las transacciones electrónicas pueden ser fácilmente fraccionables.
Usar medios digitales también ahorra tiempo en otro aspecto: no se requiere invertir largas horas en taquillas y cajeros para retirarlo. Estudios apuntan que una persona promedio pierde unas 52 horas al año, esto es, un poco más de cuatro horas al mes en filas de bancos. En este sentido, dejar de utilizar dinero en efectivo puede brindar oportunidades de ahorro de tiempo y costos para las empresas, al reducir la conciliación manual, el recuento y el manejo de efectivo, así como también la cantidad de tiempo necesario para disponer del mismo eliminando las filas bancarias. Todo esto, a su vez, puede estimular el crecimiento económico al hacer que los pagos sean más fáciles y convenientes y, por lo tanto, facilitar el consumo.
Menores costos
Aunque parezca paradójico, el dinero cuesta dinero. Imprimir billetes tiene un costo implícito, transportarlo también. Así que, en general, utilizar efectivo en la economía puede ser muy costoso. Según cálculos de The Economist, operar en efectivo les cuesta a las economías aproximadamente 0,5% de su PIB cada año. Por lo tanto, pasar a medios de pago digitales reduciría sustancialmente el costo gubernamental de emitir dinero.
Mayor recaudación fiscal
También habría que considerar costos ocultos para las economías como lo son la evasión de impuestos. Se estima que Alemania pierde hasta 10.000 millones de euros en evasión de impuestos cada año como resultado de las operaciones en efectivo no declaradas.
El uso extendido de medios digitales para pagos corrientes podría reducir en gran medida la evasión de impuestos, así como las transacciones ilegales que a menudo se realizan en efectivo. Esto sucede porque las transacciones digitales llevan consigo información esencial sobre los participantes en el pago, incluido lo que se compró y cuándo se produjo la transacción. Esto hace que el blanqueo de dinero y la evasión de impuestos sean mucho más difíciles. En este orden de ideas, diversos estudios sugieren que si EE.UU. se trasladara solamente a pagos digitales, el gobierno lograría ingresos fiscales superiores a los 100 mil millones de dólares.
Reducción de la criminalidad
En consonancia con el punto anterior, el uso de medios digitales podría ser una buena herramienta para reducir la criminalidad. Esto sucedería porque al pasar a una sociedad sin efectivo, se reducirían drásticamente cierta cantidad de incentivos para los criminales (a los cuales les gusta tener dinero en efectivo).
Al no haber dinero tangible para robar, no tendría sentido el asalto a bancos o el robo de carteras. Además, como ya se mencionó, mediante pagos electrónicos, el dinero sería fácilmente rastreable y taxable, lo cual permitiría dar más fácilmente con las fuentes de actividades ilícitas. Un último aspecto a mencionar es que los pagos digitales son intrínsecamente más seguros que el dinero en efectivo, que puede perderse y falsificarse con relativa facilidad, y cuya recuperación es casi imposible.
Medio ambiente
A nivel económico y medio ambiental -por el fin del papel- supondría un ahorro. El dinero en efectivo y las monedas de metal consumen recursos naturales preciosos, algunos de los cuales no son renovables y solo son reciclables hasta cierto punto: papel, cobre, zinc, níquel, entre otros.
¿Qué está impulsando este cambio de paradigma?
Cabría preguntarse también cuál es este escenario futurista de una sociedad con una economía completamente digitalizada producto de un desarrollo orgánico de nuestras mismas relaciones económicas, lo que el marxismo define como materialismo histórico, o bien está impulsado por factores externos como plantea Hegel. Posiblemente sean ambas fuerzas. Ciertamente, la expansión tecnológica por sí misma ha ampliado las posibilidades de realizar pagos electrónicos y diversificar el uso del dinero. Asimismo, toda una generación nacida en medio de un proceso de digitalización acelerada ha encontrado que poseer billetes y monedas no les es conveniente. Pero también son varias las fuerzas poderosas que están detrás del cambio hacia un mundo sin efectivo, incluidos algunos gobiernos y grandes empresas de fintech o tecnología financiera.
La pandemia, por su parte, está impulsando un cambio hacia una sociedad sin efectivo de una manera que ningún otro evento individual ha hecho antes. El confinamiento derivado del estado de alarma, que impide a los ciudadanos consumir en tiendas, y el miedo al contagio están siendo los detonantes, generando al mismo tiempo, oportunidades para los comerciantes y enriqueciendo la industria de pagos digitales.
COVID-19 el gran catalizador
Los cambios en los hábitos de gasto se han acelerado drásticamente por la pandemia de coronavirus. El año pasado en Reino Unido, alrededor de 13,7 millones de personas llevaron una «vida sin efectivo», casi el doble de la cifra de 7,4 millones en 2019 según datos oficiales (Jones, 2021). Según el ‘Back to Business Study 2021 Outlook: Global Small Business and Consumer Insights’ de Visa, el 78% de los consumidores globales han ajustado la forma en que pagan por los artículos a raíz del impacto de la pandemia en casi todos los aspectos de la vida diaria de las personas en todo el mundo (Financier, 2021).
Sin lugar a duda, el e-commerce o comercio electrónico fue el gran beneficiado de la pandemia, puesto que muchas personas, incluso las que no eran muy entusiastas de las compras en línea, debieron acudir a este medio para adquirir sus bienes y servicios corrientes ante el cierre de muchas tiendas físicas. A su vez, los temores por la transmisión de la enfermedad han obligado a los consumidores a reconsiderar cómo compran y pagan. Todo esto ha coadyuvado a una menor dependencia de los pagos en físico.
Especialmente, desde el inicio de la pandemia, el retiro de efectivo en cajeros ha tenido una notable caída. Según una encuesta del banco móvil N26, en España cayó un 68% durante marzo del año pasado (Castelló y Alba, 2020). Por esta razón, el Access to Cash Review advirtió que la «infraestructura de efectivo» de los países, desde los cajeros automáticos hasta los centros de clasificación de efectivo, podría estar en peligro de colapsar porque, si bien los costos son en gran parte fijos, los ingresos están disminuyendo rápidamente (Jones, 2021).
En particular, la creencia extendida de que la tecnología sin contacto es más higiénica que el manejo de efectivo, ha llevado a que en los últimos 12 meses hayamos sido testigos de que más de 40 países aumentaran los límites para los pagos sin contacto.
Los minoristas han visto como positivo favorecer lo digital sobre el efectivo para reducir la exposición de los empleados. Es por esta razón que muchos cafés, tiendas y supermercados han comenzado a utilizar, entre otros métodos, códigos QR que los compradores pueden escanear para pagar directamente utilizando sus teléfonos.
Según Singer (2020), en un estudio de 2017 en el que investigadores analizaron billetes de 1 dólar que habían estado circulando en la ciudad de Nueva York encontraron que «el dinero podría potencialmente mediar la transferencia interpersonal de microbios». Por esta razón, en el Reino Unido, por ejemplo, el gobierno ha hecho hincapié en el uso de métodos de pago sin contacto siempre que sea posible; si bien, estudios posteriores llevados a cabo por instituciones como Bundesbank concluyeron que los billetes no han jugado ningún rol en la extensión del virus.
No hay evidencia médica de que el efectivo transmita el virus. No obstante, «la percepción de que el efectivo podría propagar patógenos puede cambiar el comportamiento de pago de los usuarios y las empresas», dijo el Banco de Pagos Internacionales en un estudio reciente sobre el efecto de Covid-19 en el uso de efectivo (Alderman, 2020)
No es una tendencia nueva
Tal como hemos comentado, son diversos los factores en juego para el cambio global desde el papel moneda hacia los pagos electrónicos, de los cuales el COVID-19 ha sido el más importante. Sin embargo, es importante resaltar que el declive del uso del dinero físico era ya una realidad, sobre todo en los países más desarrollados del mundo, incluso antes de la pandemia. El uso de efectivo ya se estaba reduciendo en muchos países a medida que los consumidores urbanos pagaban cada vez más con aplicaciones y tarjetas incluso para las compras más pequeñas.
De hecho, el dinero electrónico lleva años ganando la batalla al efectivo. Según la consultora McKinsey, citado por Agustina-Barcelona (2021), el porcentaje de las transacciones por volumen pagadas en efectivo se ha desplomado en la última década en los mercados considerados maduros. Por ejemplo, en Estados Unidos, pasó del 51% en el 2010 al 28% en el 2020. Una evolución que ha sido más potente en el Reino Unido (del 55% al 23%) y que está por detrás de Finlandia (53%-24%), los Países Bajos (52%-14%) y Suecia (56%-9%), los más avanzados. En China, donde todo se pagaba en efectivo hace 10 años, ahora solo se usa el soporte físico del dinero en el 41% de las ocasiones. Menos que en el avanzado Japón (54%) y al nivel de la ultramoderna Singapur (39%).
Considerando esto, ReportLinker pronostica que el mercado de pagos digitales crecerá a una tasa de crecimiento anual compuesta del 13,7% entre 2021 y 2026 (Financier, 2021).
Países escandinavos a la cabeza
En lo referente a la digitalización de los medios de pago, los países escandinavos lideran a nivel global: Suecia, Noruega, Finlandia e Islandia encabezan la lista de países con menor proporción de pagos en efectivo.
Suecia, en particular, pretende convertirse para 2023 en la primera sociedad sin efectivo de la historia. A día de hoy, el Consejo Europeo de Pagos estima que el efectivo en circulación representa solo el 1% del Producto Interno Bruto del país (Singer, 2020). Por su parte, los retiros de efectivo han disminuido constantemente en aproximadamente un 10% por año, generando que la proporción de suecos que utilizan efectivo haya caído del 39 al 9 por ciento, según el Banco Central de Suecia, Riksbank (Pritchard, 2021).
El efectivo aún es importante
Ahora bien, es importante recalcar que desde hace años se viene hablando de la muerte del efectivo. Ya han sido muchos los que han vaticinado su fin y esto finalmente no se ha materializado.
En este sentido, es importante señalar que, a pesar del auge de las tarjetas y otros medios digitales de pago, el efectivo sigue siendo el segundo método de pago más utilizado detrás de las tarjetas de débito por lo que es innegable su importancia en la economía.
En ciertas economías, el efectivo todavía tiene un papel preponderante, porque sigue proporcionando un beneficio y una utilidad. En Venezuela por ejemplo, el efectivo alcanza a tener un valor de intercambio superior al de su valor nominal debido a su relativa escasez y falta de métodos alternativos de pago.
Este aspecto es clave ya que los expertos en el tema aseguran que el efectivo debe perdurar para evitar la exclusión financiera o la discriminación de determinados perfiles sociales o de edad. No podemos ocultar que hay colectivos que solo se pueden ganar la vida a través de la economía sumergida o con los pagos en efectivo y para estos dejar de usar monedas y billetes puede no ser una opción.
Retos y desafíos del dinero digital
Por estas razones, el dinero digital también enfrenta una serie de retos y desafíos en su camino a convertirse en el medio de pago hegemónico que le dé fin, definitivamente, al uso de dinero en efectivo. A continuación se mencionan algunos de los principales:
Tecnología
Sin duda, uno de los grandes retos de la digitalización completa de las economías es el aspecto tecnológico, en particular lo que a conectividad se refiere. Una sociedad digital requiere que las personas dondequiera que se encuentren tengan al menos acceso a un dispositivo móvil y una buena conexión a internet para manejar sus finanzas personales. Si esta condición no es satisfecha, el sueño de una sociedad sin efectivo no podrá ser materializado.
Ciertamente la penetración de internet y dispositivos móviles ha venido incrementando año a año. De hecho, el más reciente informe Digital 2021 de We Are Social y Hootsuite indica que a nivel mundial un 59,5% de la población posee acceso a internet (Galeano, 2021). Sin embargo, aún un gran sector de la población, en especial en los países en desarrollo, carece de este servicio básico.
Otros retos aludidos por los expertos es la posibilidad de hackeos y que el sistema tecnológico a nivel mundial no estaría preparado para absorber todas las transacciones. En su opinión, se deberían realizar numerosas adecuaciones tecnológicas que permitan, por un lado, aumentar la capacidad para soportar todo el volumen de bits de las pequeñas transacciones diarias y, por el otro, inhibir la posibilidad de infiltraciones no autorizadas a la red, lo cual tendría efectos catastróficos en los sistemas financieros mundiales.
Sectores excluidos
En el aspecto social, una de las principales críticas a las sociedades sin efectivo es que pueden generar problemas de desigualdad económica en la medida en que muchas personas inevitablemente queden rezagadas en este proceso de cambio.
Son diversos los sectores de la sociedad que son altamente dependientes del efectivo. Entre estos podemos mencionar a las personas de avanzada edad, población no nativa digital, indocumentados, personas en situación de calle, personas con discapacidades físicas o motoras y otros miembros vulnerables de la sociedad. Para todos ellos, el dinero en efectivo puede llegar a constituir su única vía de pago debido a que tienen poco o ningún acceso a los pagos electrónicos, bien sea porque no disponen de los medios con los cuales efectuar los pagos o no saben utilizarlos; y por lo tanto, se enfrentarían a inmensos desafíos si se eliminara por completo el papel moneda. Crece la preocupación acerca de en qué posición quedarán estos sectores en medio de este proceso de cambio a una sociedad sin efectivo.
Privacidad
Los críticos de la digitalización argumentan que el paso a una sociedad sin efectivo levanta incógnitas en cuanto al tratamiento que se le dará a los datos recolectados de los consumidores, lo cual a mediano plazo podría dar lugar a abusos por parte de gobiernos no democráticos o a la extracción de datos por parte de empresas privadas.
Por ello, depender solo de transacciones electrónicas puede ser incluso un asunto de Seguridad Nacional dado que actualmente pocas empresas tecnológicas privadas son las que manejan estos sistemas de pago: algunas de estas son Paypal, Mastercard o Visa.
De acuerdo con la profesora Sarah Spiekermann de Vienna University of Economics and Business, las transacciones online han impulsado toda una industria de recolección de datos mediante la cual las compañías son capaces de conocer los hábitos de consumo de cada persona. Esto ha encendido las alarmas de personas que quizá no estén dispuestas a renunciar al efectivo a cambio de la seguridad de que no están siendo monitoreadas.
Utilidad ante la criminalidad
Previamente habíamos comentado que una de las ventajas del dinero digital es que permite rastrear todas las fuentes y destinos de los fondos transados, reduciendo así la posibilidad de financiamientos ilícitos. El efectivo, por otro lado, da lugar a falta de rastreo de dinero, lo que facilita operaciones ilícitas y este es otro punto que hace pensar que no es tan fácil eliminar el efectivo porque a determinados colectivos muy poderosos les conviene que exista.
Más allá de este hecho, investigadores como Friedrich Schneider profesor emérito de la Universidad Johannes Kepler de Austria, quien realizó una extensa investigación sobre esta cuestión, han concluido que aún con la eliminación completa del dinero en efectivo, la economía del mercado negro solo se reduciría en un 20,1% ya que el efectivo no es la razón por la que la gente trabaja en el mercado negro y/o comete crímenes (Singer, 2020). La conclusión es que el fraude no será necesariamente más común o menos común, solo será diferente.
Comentarios finales
El mundo actual está cambiando, estamos experimentando eventos que hace algunas décadas no estaban siquiera pensados. Diversas áreas de la industria están desarrollando nuevas tecnologías y la economía no es una excepción.
Vivimos en un mundo cada vez más globalizado y que cada vez apunta más hacia la digitalización de los procesos, es más fácil, más seguro y más rápido. Puede ser difícil imaginar una economía en la cual la totalidad de las transacciones y el medio de pago principal no sean los billetes y monedas, porque hasta ahora, es el único mundo que conocemos. Sin embargo, este mundo está, paso a paso, encaminándose a ese futuro. Especialmente en los países desarrollados, esto se ha logrado en un gran porcentaje ya que hoy existen muchas facilidades de pago alternativas al efectivo como tarjetas, apps, dispositivos móviles y mucho más.
Es necesario, no obstante, abordar varios problemas sociales antes de que la sociedad pueda renunciar por completo al efectivo. Cada vez son más los expertos que concuerdan en que un cambio violento hacia una sociedad sin papel moneda podría en realidad crear una sociedad menos equitativa. Hay que tomar en consideración el hecho de que la tecnología en todo el mundo no está tan avanzada. Muchas personas puede que no se sumen a esta iniciativa debido a la carencia de dispositivos móviles, recursos, accesibilidad a internet y otros servicios básicos. También hay que considerar que existe una gran cantidad de personas que no son nativas digitales y, por ende, no se quieran desprender del efectivo, lo que puede suponer una resistencia a esta propuesta.
Pero más allá de todos los retos que supone la digitalización del mundo, se ha demostrado que un mundo sin efectivo puede impulsar la economía, puede cambiar por completo la manera de comercializar y puede abrir nuevas oportunidades.
Por ello, vemos esta transición a una economía digital como inevitable. Los distintos países del mundo, de alguna u otra forma, se han adaptado y han comenzado a tomar medidas para impulsar una sociedad sin efectivo. Allí lo importante sería como ciudadanos asegurarnos que los gobiernos del mundo garanticen que los más vulnerables no se quedarán atrás en esta tendencia porque ya será en un mediano plazo y largo plazo que podremos apreciar con más determinación los efectos netos de estas decisiones y cómo afectan no solo a la economía, sino a la vida cotidiana en general.
Referencias consultadas
Agustina-Barcelona, L. (2021) ¿Se acaba pagar en efectivo? La pandemia encumbra al dinero digital. La Vanguardia. Recuperado de: https://www.lavanguardia.com/economia/20210413/6642342/dinero-fin-efectivo-pandemia-bizum-tarjeta-futuro.html
Alderman, L. (2020). Our Cash-Free Future Is Getting Closer. The New York Times. Recuperado de: https://www.nytimes.com/2020/07/06/business/cashless-transactions.html
Castelló, A. y Alba, C. (2020) ¿El fin del dinero en efectivo? El futuro escenario cobra vida gracias al Covid-19. El Español. Recuperado de: https://www.elespanol.com/invertia/economia/20200427/dinero-efectivo-futuro-escenario-cobra-gracias-covid-19/484951682_0.html
Financier Worldwide Magazine. (2021). Cashless society: the future of digital payments. Recuperado de: https://www.financierworldwide.com/cashless-society-the-future-of-digital-payments
Galeano, S. (2021). El número de usuarios de internet en el mundo crece un 7,3% y alcanza los 4.660 millones (2021). Marketing4ecommerce. Recuperado de: https://marketing4ecommerce.net/usuarios-de-internet-mundo/#:~:text=Mientras%20que%20en%20su%20informe,%2C%20una%20penetraci%C3%B3n%20del%2057%25.
Jones, R. (2021). Cashless society draws closer with only one in six payments now in cash. The Guardian. Recuperado de: https://www.theguardian.com/business/2021/jun/16/cashless-society-draws-closer-with-only-one-in-six-payments-now-in-cash
Pritchard, J. (2021). The Pros and Cons of Moving to a Cashless Society. The Balance. Recuperado de: https://www.thebalance.com/pros-and-cons-of-moving-to-a-cashless-society-4160702
Singer, A. (2020). Cashless future ahead? Utopian digital dream with dystopian inequality. Cointelegraph. Recuperado de: https://es.cointelegraph.com/news/cashless-future-ahead-utopian-digital-dream-with-dystopian-inequality
Sweden Sverige. (2021). In Sweden, technology is close to making cash a thing of the past. All aboard? Recuperado de: https://sweden.se/life/society/a-cashless-society

