Imagen: Neural Soft Solutions
Por: María Eugenia García y Jesús Martínez
Caracas, 26 de abril de 2021
¿Qué te parecería si el gobierno de cada país le diera a cada uno de sus ciudadanos una cantidad fija de dinero todos los meses sin importar su estatus laboral, sexo, edad o condición social? ¿Estarías de acuerdo?
Algunos de ustedes lo apoyarán y otros lo rechazarán enérgicamente, pero lo cierto es que la idea general de que el gobierno debería darle a cada ciudadano una cantidad fija de dinero con cierta periodicidad y sin ningún tipo de condicionamiento no es nueva. De hecho, se ha estado debatiendo en Europa desde el siglo XVI. Aunque temporalmente minimizado de la discusión por la oleada de laissez faire, en Estados Unidos y demás países desarrollados ya venía ganando relevancia desde hace años en la medida que la automatización ha ido incrementándose, y con esta, el ritmo de reemplazo de los trabajadores por máquinas, y recientemente robots, en la manufactura y otros sectores de la economía.
Ahora bien, dadas las recientes experiencias de programas de estímulo de emergencia en respuesta al terrible impacto del COVID-19, el Ingreso Básico Universal ha vuelto a resurgir y actualmente, sin lugar a dudas, se encuentra en el centro del debate sobre bienestar social. La vorágine en la que nos ha sumergido el brote de coronavirus ha hecho estragos en todo el mundo, dejando en evidencia las enormes desigualdades y vulnerabilidades regionales de extensos grupos de población. Esta situación ha llevado a varios países a considerar la posibilidad de establecer incentivos fiscales a gran escala como la impresión de dinero y transferencias directas para mitigar las dos crisis que se están desarrollando simultáneamente: la sanitaria y la desenfrenada depresión económica.
Para algunos, el Ingreso Básico Universal puede ser una base para mejorar económicamente y brindar seguridad a la ciudadanía, en especial a los que se encuentran desempleados, y cuenta con defensores que varían desde el multimillonario Mark Zuckerberg, hasta el economista liberal Milton Friedman. No obstante, para otros, es contraproducente y puede ser incluso un germen de ideas de tinte comunista.
¿Qué es el Ingreso Básico Universal (UBI)?
En primer lugar, definamos lo que se entiende por Ingreso Básico Universal (UBI por sus siglas en inglés). El concepto del UBI es, en principio, muy sencillo. De acuerdo con Hanna y Olken (2018) “generalmente se concibe como una transferencia fija que se otorga a todos, independientemente del nivel de ingreso” (pág. 2). Para Tena Camporesi (2020), citando a la organización Basic Income Earth Network (BIEN), “la renta básica es un pago periódico en efectivo entregado incondicionalmente a todos de manera individual, sin requisito de prueba o trabajo”.
En efecto, bajo este programa de protección social cada persona recibe del Estado una suma fija en períodos regulares, usualmente mensual o quincenal, sin importar quién es ni a qué se dedica. No puede ser recortado, ni existe la obligación de realizar ningún tipo de tarea a cambio. Y se permite trabajar y así aumentar los ingresos. Para la mayoría de las economías en desarrollo, una sustancial renta básica universal necesitaría ser financiada a través de la tributación interna, por lo tanto, se pueden repensar las transferencias básicas universales como una característica particular de un plan de impuestos. Los principales objetivos de este sistema son la disminución de los niveles de pobreza y reducir los costos ocultos que surgen a partir de la burocracia de los programas sociales focalizados.
¿Cuáles son las ventajas y desventajas del UBI?
El otorgar el UBI ha sido objeto de debate formal en congresos y campañas, específicamente después de la Crisis de 2008. Sin embargo, a pesar de no ser una iniciativa nueva, aún no existe un consenso general sobre si adoptar este programa de protección social es correcto o no, pues existen en torno a esta iniciativa, opiniones a favor y en contra.
Ventajas
Las opiniones a favor de esta transferencia coinciden en que la calidad de vida de los habitantes puede aumentar considerablemente, pues una de las consecuencias más devastadoras de la pandemia en particular deriva en la pérdida de ingresos por desempleo o disminución de ingreso por ventas en millones de trabajadores. Incluso si el ingreso no es suficiente para vivir de él por completo, podría ayudar a la subsistencia y complementaría el ingreso de los asalariados de bajo ingreso o con trabajos de medio tiempo que sean aún posibles de obtener.
Los defensores del Ingreso Básico Universal creen, asimismo, que un pago garantizado del gobierno puede ayudar a asegurar que todos aquellos que han sido dejados atrás por la transformación económica eviten la pobreza. Por lo tanto, ayudará a la sociedad a afrontar el reto de una inevitable era de automatización y escasez de trabajo.
Por otra parte, de cierta manera, la brecha de la desigualdad social se haría más estrecha, contando con que millones de personas que estaban excluidas de percibir rentas, automáticamente percibirán y aumentarán así sus oportunidades. Especialmente en este contexto de pandemia, si gran parte de toda una generación pierde sus medios de subsistencia y la red de protección, los costos sociales serán insoportables. Es decir, no aplicarlo resultaría en un aumento de la desigualdad que a su vez incrementa las tensiones sociales suponiendo esto un mayor coste para los gobiernos.
Otro de los beneficios de este ingreso sería el psicológico. La evidencia sugiere que un ingreso básico puede incrementar la felicidad, salud, asistencia a la escuela y confianza en las instituciones, lo cual a su vez reduce los niveles de criminalidad; pues el contar con un ingreso fijo generará entre los ciudadanos cierta estabilidad para el futuro, permitiendo dedicar más tiempo a la familia, a la cultura, a la educación e incluso, a la inversión y a emprendimientos personales, que puede que antes no haya podido financiar. Asimismo, la seguridad económica les da la posibilidad a las personas de probar nuevos caminos profesionales sin el riesgo de quedar eventualmente en bancarrota.
Un plus que vale la pena mencionar es que la característica de “universal”, confiere y posibilita la simplificación sistemática a la hora de otorgar esta ayuda porque el gobierno no tiene que verificar los ingresos. El gobierno puede ahorrar en los costes administrativos de la focalización, ya que no tiene que hacer el censo de orientación periódica. Adicionalmente, es inherentemente transparente, en el sentido de que todos tienen derecho a acceder a la transferencia, por lo tanto, las violaciones de equidad horizontal son mecánicamente cero.
Desventajas
Ahora bien, ¿Puede un país indefinidamente costear este gasto? ¿Por cuánto tiempo? ¿Qué pasaría si los habitantes se acostumbran a esta retribución sin hacer nada a cambio o sin producir? ¿Cómo tomarán los ciudadanos una interrupción abrupta de la percepción de este programa de apoyo? Estas son algunas de las preguntas que introducen a las desventajas del UBI. Uno de los temores más grandes de los países y de quienes han estudiado sobre esta transferencia, es el hecho de la falta de incentivos a trabajar. Los críticos temen que, si lo reciben, la mayoría de la gente preferiría no trabajar en absoluto, lo que a su vez podría generar distorsiones en el mercado y que disminuya la producción agregada de la economía. También existen dudas en cuanto a la poca necesidad de transferir a personas que no necesiten el UBI y se desvíen o se manipulen inadecuadamente los fondos. Por ejemplo, ¿cómo asegurarse de que cada persona recibe la transferencia una sola vez y no dos? Los expertos a favor del UBI, no obstante, difieren al afirmar que tales programas no distorsionan la oferta de trabajo, debido a que los pagos no se reducen si se trabaja más.
En lo que sí coinciden tanto defensores como detractores es que las distorsiones relevantes qué pensar para un Ingreso Básico Universal son los aumentos en las tasas de impuestos marginales necesarios para financiarlo. Uno de los principales argumentos en contra es que ningún país puede permitirse el lujo de repartir dinero con regularidad a cada ciudadano ya que esto crearía déficits insostenibles que no pueden ser costeados. Para que el Estado tenga suficiente dinero como para poder pagarle a cada persona una renta básica universal, deberían realizarse aumentos de los impuestos, lo cual tiene efecto contractivo en la economía. Las posturas a favor afirman que si son financiados a través de impuestos de manera proporcional o progresiva, todavía puede dar lugar a una redistribución sustancial a los pobres.
Pero aun considerando esta opción, es importante recordar que cuando hay un gran sector informal, o muchas personas trabajan por cuenta propia o en pequeñas empresas, como ocurre en la mayoría de los países en desarrollo, aumentar impuestos no necesariamente sea una opción acertada para aumentar los ingresos. En los países menos desarrollados, una significativa cantidad de actividad se produce en el “sector informal”, que incluye mano de obra eventual, las empresas en situación irregular, y pequeñas granjas. Por lo tanto, la mayoría de las personas están fuera de la red de impuestos. Es decir, todo el peso fiscal recaería sobre unas pocas personas y empresas.
En este sentido, se ha hallado evidencia además de que la focalización podría ser un mecanismo eficaz en la mejora del bienestar social general, incluso con altos niveles de error. Incluso los programas que parecen algo mal focalizados aún podrían dominar a un programa de Ingreso Básico Universal. Sin embargo, es de suma importancia considerar el hecho de que esta asistencia financiera es complementaria, no sustitutiva, al ingreso por remuneración del trabajo, pues si bien ayudará en términos monetarios al ciudadano – tomando como referencia las cantidades percibidas hasta ahora, en los países que han realizado pilotos de esta propuesta- no alcanzan para una subsistencia completa.
Ejemplos de programas de Ingreso Básico Universal en diversos países

¿Es un escenario factible para el caso venezolano?
Para el caso de Venezuela es aún más difícil de sopesar las ventajas y desventajas del Ingreso Básico Universal. De acuerdo con Moreno (2020), “aunque costoso desde el punto de vista fiscal, un UBI bien diseñado podría servir de impulso para la recuperación a corto plazo de la demanda efectiva y la actividad productiva, lo que contribuiría a la estabilidad fiscal a mediano plazo”. Partiendo de esta idea, actualmente el presupuesto de Venezuela no está en posición de disponer y asumir la responsabilidad de realizar una transferencia universal de este tipo, el país debería acudir a financiamiento externo y, desde un punto de vista general, si bien la implementación del UBI puede generar un mayor bienestar entre los venezolanos, la adición de una transferencia más que ahora no solo implica gasto del gobierno, sino también un integrante más en el círculo vicioso que supone el endeudamiento externo – cuya duda también es si habrá prestamistas, pues recordemos que la crisis del COVID-19 ha impactado a nivel global – una mayor cantidad de dinero circulando en el país solo acelerará el proceso hiperinflacionario que experimenta el país desde el 2017. Y además, partiendo de todo el esfuerzo que implicaría para las finanzas del país, para que sea rentable esta medida, es importante que el programa de asistencia sea una cantidad considerable, de manera que ejerza un impacto positivo y significativo en el bienestar socioeconómico de los hogares venezolanos.
Comentarios finales
De los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible articulados por las Naciones Unidas, el número uno es la eliminación de la pobreza extrema para el año 2030. Si bien el crecimiento futuro debería seguir reduciendo la pobreza tal como ha sucedido hasta ahora, eso no va a resolver el problema por sí mismo. En este sentido, hay un papel potencialmente importante para los programas de transferencia a nivel nacional que ayudan a las familias pobres en los países en desarrollo. Estos programas tienen un papel crucial que desempeñar para ayudar a eliminar la pobreza extrema en el mundo. Por lo tanto, ¿deberían ser universales o específicos más estrechamente a los pobres?
El debate sobre si implementar o no un UBI sigue aún vigente, los distintos países del mundo se enfrentan a este dilema y, a pesar de que ya varios lo han implementado, parece que el mundo no está cerca de experimentar la adopción total y general de esta medida. De acuerdo con las Naciones Unidas (2020), no debe verse al UBI como una limosna ni como una solución complementaria a las ya existentes, sino como una oportunidad para atacar los puntos débiles en aras de mejorar. En este sentido, el Ingreso Básico Universal debería bastar para mantener a una persona con un salario mínimo modesto, pero permitiendo que existan suficientes incentivos para trabajar, ahorrar e invertir.
Es importante hacer acopio de todas las herramientas y decisiones que se puedan tomar para fortalecer los beneficios y mitigar o erradicar las debilidades que puedan surgir si se implementa este programa social. Sin lugar a dudas, uno de los puntos más importantes es el tema de la financiación. A partir de lo cual se desprende que las ventajas y desventajas involucradas en la adición de un programa de renta básica universal dependen, por lo tanto, de cómo se ajuste el resto de la programación de impuestos para satisfacer la restricción presupuestaria del gobierno.
Sin embargo, es menester entender que esta medida socioeconómica ataca una consecuencia, pero no la causas original del problema, que se traduce en la paralización de las economías del mundo debido a la pandemia, los crecientes niveles de desigualdad en el mundo y una gran porción de la sociedad que no está preparada para afrontar una nueva era en la que se requiere habilidades y competencias cada vez más especializadas.
Referencias consultadas
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Tena Camporesi, A. (2020). La complejidad de una idea simple. La investigación sobre el ingreso básico universal en la actualidad. Política y gobierno, 27(1). Recuperado de: http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1665-20372020000100300&lng=es&tlng=es

