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Por: Moisés Morón* y María Eugenia García
Caracas, 03 de agosto de 2020
La Encuesta de Condiciones de Vida 2019-2020 (ENCOVI), elaborada por la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), la Universidad Simón Bolívar (USB) y la Universidad Central de Venezuela (UCV) fue publicada recientemente y nos trae algunas cifras en una radiografía completa de la situación socio económica que vive el país en diversos ámbitos. A saber, educación, empleo, pobreza, seguridad alimentaria, cambios demográficos, y en esta ocasión, con el agregado de las consecuencias de la pandemia del COVID-19. A continuación se presentará un resumen de los principales resultados del estudio de este año.
Empleo
El estudio hace saber que la población económicamente activa (PEA) en el país representa un 56% de la población, mientras que la población económicamente inactiva representa el 44%. Este nivel de participación es el más bajo de la región latinoamericana. De acuerdo con los datos del informe, estas proporciones igualan los niveles del año 2015 y en general para el período 2014-2019 las mismas se han mantenido más o menos constantes, lo cual muestra un mercado laboral que prácticamente se encuentra estancado desde hace 6 años. Adicionalmente, se observó una amplia brecha entre la participación de los hombres (71%) comparado a las mujeres (43%) en el mercado laboral, ello refleja una menor capacidad de inserción de la mujer al trabajo por diversas razones entre estas asumir la jefatura del hogar debido a la emigración masculina.
En otro orden de ideas, la ocupación por sectores económicos se ha visto modificada en los últimos 5 años de la siguiente manera: El sector secundario que comprende manufactura y construcción redujo a la mitad su capacidad de absorber la fuerza de trabajo. Sin embargo, el sector terciario que comprende comercios y servicios ha podido compensar dicha caída dándole a la población alguna forma de emplearse. Por su parte, el sector primario permanece sin cambios significativos.
ENCOVI también realizó una comparación de los datos del año 2014 con respecto al periodo 2019-2020. Los datos mostraron que hubo una disminución en la cantidad de asalariados del sector público y privado (de un 62% a un 46% de la población trabajadora), mientras que hubo un incremento notable en los trabajos por cuenta propia (de un 31% en 2014 a un 45% en el año corriente). Esta migración hacia los trabajos por cuenta propia puede deberse a los mayores rendimientos que traen consigo estas actividades económicas independientes que, en comparación con la remuneración del empleado promedio que recibe salario mínimo, suelen ser mayores y mucho más atractivos.
Pobreza
La encuesta reveló que los niveles de pobreza total en el país comenzaron a ascender de manera sostenida desde el año 2013, en el cual la pobreza total se ubicaba alrededor del 33%. En la actualidad, la misma aumentó hasta ubicarse en un 96,2%, representando la pobreza extrema un 79,3%. Los resultados también arrojaron que la pobreza por ingresos se ubicó en 96%, la pobreza por consumo en 68%, la pobreza reciente en 54% y la pobreza crónica en 41%.
En este aumento tan considerable de la pobreza del país han incidido de manera determinante dos factores. Por un lado, la depresión económica, que ha causado que el PIB entre el año 2013 y 2019 tuviera una caída cercana al 70%, esto implicó una disminución acentuada de la producción de bienes y servicios y, en consecuencia, una disminución en los ingresos y el empleo de los venezolanos. Por otro lado, encontramos la dinámica de la hiperinflación, para ilustrar, la inflación interanual de marzo 2019-2020 se ubicó en 3.365%, teniendo esto especial impacto negativo en los ingresos en moneda nacional al disminuir el poder adquisitivo de los más vulnerables.
Cabe destacar que, para el momento de la publicación de la encuesta, el ingreso diario promedio se encontraba en 0,72 dólares americanos, muy por debajo de la línea de pobreza de 1,9 dólares al día, con lo cual se estimó que el 79,3% de los venezolanos no tienen cómo cubrir la canasta básica alimentaria. Como dato adicional, se hace referencia a que Venezuela se sitúa como el país más pobre de América Latina y el segundo más desigual con un índice de GINI igual a 51. Sus niveles de pobreza se igualan con los de países de África y otros con conflictos armados.
La tarea del Estado en la disminución de la pobreza se ha enfocado principalmente en las ayudas directas como la repartición de bonos a través del “Carnet de la Patria” y las cajas de comida CLAP. Los resultados ilustran que a partir del 2018 el peso de las transferencias gubernamentales como parte del ingreso de las familias en condición de pobreza extrema se duplicó, llegando a representar el 45% del total de los ingresos para 2019 mientras que para los ciudadanos “No Pobres”, representó alrededor de un 35% de sus ingresos. El valor de dichas transferencias oscila regularmente entre 1$ y 5$. En el caso de las cajas de comida, para el año 2019 se cubrió al 92% de los hogares, solo 5% de los pobres extremos no lo reciben, brindando este beneficio un subsidio implícito por caja equivalente a 10,3$. Sin embargo, la periodicidad con la que se obtienen las cajas es variable, así como también la cantidad de alimentos que vienen en las mismas. ENCOVI, asimismo informa que estas transferencias solo han logrado reducir la pobreza en un 1,5%. Un programa de transferencias que cerrara la brecha de pobreza extrema debería transferir unos 2,07 dólares al día a más de 6 millones de hogares.
Seguridad alimentaria y nutrición
El tema de la pobreza se encuentra directamente vinculado a la manera en la que la población se alimenta. Por tanto, en el caso venezolano, que transita por una situación atípica, amerita una revisión inmediata. El informe reveló que, en el 2018, solo uno de cada diez hogares podía catalogarse como “Sin Inseguridad Alimentaria”. Sin embargo, según la ETA 2020 habrían únicamente 3% de las familias en esa condición. Además, también se muestra que el 74% de los hogares tienen un grado de inseguridad alimentaria entre moderada y severa.
Al margen de esto, se observa con preocupación que la dieta de los estratos más pobres está basada solamente en carbohidratos, y que el consumo nacional promedio de proteínas es sólo el 34,3% del requerido. Incluso, la diferencia de consumo de alimentos entre el quintil más pobre y el más rico es de 5 veces. Ahora, al remitirnos a indicadores nutricionales que muestran la relación PESO – EDAD en niños menores de 5 años, se determinó que el 8% del total califica como desnutrido. De manera similar, al observar el estudio del estado nutricional para menores de 5 años que muestra la relación TALLA – EDAD, indica que el 30 % padece de desnutrición crónica. Todos estos valores sitúan a Venezuela en niveles característicos de países africanos.
Estos resultados obtenidos tienen repercusión a nivel de formación biológica, lo que a su vez supone un menor desempeño a nivel educativo y, por ende, un menor nivel de Capital Humano del cual se podrá disponer en el futuro. Es decir, tanto la calidad como la productividad de las siguientes generaciones están siendo comprometidas, así como también el crecimiento y competitividad económica a mediano y largo plazo.
Educación
En cuanto al tema de la educación, la encuesta encontró que entre el año 2014 y el 2018 estaban 12,7 millones de personas (de 3 a 24 años) demandando servicios educativos, pero dicho número decaería para 2019 y 2020 hasta los 11 millones, es decir, hay menos personas formándose a nivel básico, media general y universitario.
Aunado a esto, es resaltante el hecho que, de un total de casi 8 millones de menores de edad (3-17 años), el 87% asiste a clases. No obstante, de ese 87% que sí acude a las aulas, el 40% falta algunas veces por problemas relacionados con los servicios de agua, luz, transporte, falta de comida o falta de docentes. Por otro lado, en lo que respecta al tema de los ingresos, encontramos que la cantidad de alumnos que asisten a planteles privados disminuyó de un 32% en 2014 a un 15% en 2019. Esto tiene su explicación en la caída de los ingresos de los hogares, ya que no tienen la capacidad para adquirir estos servicios.
Es importante hacer referencia al hecho de que se observa un retroceso enorme en el acceso a la educación entre la población de 18 a 24 años, lo cual pone en riesgo el futuro del país al no poder contar con profesionales en las diversas áreas de conocimiento. En adición, los resultados señalan que más de la mitad de la población más pobre no consigue completar los 12 años de escolaridad básica y media que ayudarían, en alguna medida, a reducir la probabilidad de permanecer en situación de pobreza.
Cambios demográficos
Todas las variables que han sido mencionadas previamente tienen implicaciones a nivel demográfico que van, desde la configuración del tipo de jefe de hogar, hasta la reducción de la esperanza de vida de la población. En ese sentido, el informe indicó que, debido a las condiciones de nutrición, calidad de servicios y otros factores, existió un retroceso en la tasa de mortalidad infantil que replica a aquellos niveles obtenidos en los años 1985 y 1990 en el país, teniendo un total de 26 muertes por cada mil niños.
Por otra parte, la migración forzada ocurrida en los últimos cinco años afectó el proceso de transición demográfica e influyó sobre el volumen y la composición de la población. Según la data del estudio, existe un total de 5 millones de venezolanos fuera de Venezuela y el tamaño de la población en el territorio venezolano disminuyó en casi 4 millones. Sin lugar a dudas, esta caída en el volumen de población reduce la presión sobre ciertos servicios como la educación, salud y vivienda, no obstante, también significa un mercado de menor tamaño para la producción de bienes, lo que hace aún menos atractivo el mercado venezolano.
Ahora bien, con relación al mando de las familias, la investigación evidenció que el porcentaje de hogares con jefatura femenina llegó al 60%, lo que puede explicarse por dos razones básicas. La primera, trae a colación la percepción de las ayudas sociales que suelen favorecer más a esta parte de la población y, en segundo lugar, está atribuida a los efectos de la migración, que ha ocasionado que la mayoría de los jefes de hogar hombres dejaran al resto de su familia para poder generar ingresos desde el exterior, quedando a cargo la respectiva pareja. En adición, los resultados muestran un aumento de los hogares formados por parejas sin hijos, un aumento de los monoparentales y una reducción de los hogares conformados por parejas con hijos. Cabe destacar que, desde hace 5 años hasta la actualidad la población de más de 60 años aumentó de 10% a 12%, lo que significa que la tendencia al crecimiento de las familias está disminuyendo, sentando las bases para una futura población longeva, lo que podría implicar una reducción de la fuerza laboral en los próximos años.
Covid-19
Finalmente, ENCOVI se encargó del análisis del impacto de la pandemia en el país. Este evento sin precedentes ha afectado la realidad económica y financiera de todos los países y regiones que la sufren, pero ha afectado especialmente a países que de por sí previo a la misma se encontraban en situación de vulnerabilidad ante los cambios del ciclo económico.
La encuesta indicó que las medidas que se tomaron en pro de la contención del esparcimiento del virus restringieron la actividad económica en gran medida y, en consecuencia, aumentó el desempleo un 6,9% a nivel nacional, mientras que sólo en la región capital, una de las más afectadas, aumentó en 10,2%. Cabe destacar que no sólo las medidas tomadas por la pandemia influyeron en el desempleo, sino que la crisis del suministro de la gasolina a nivel nacional también contribuyó con el agravamiento de la situación.
Asimismo, se reportó que hasta un 43% de los hogares tenían imposibilidad de trabajar o pérdida de ingresos a causa de la pandemia. También se mencionó que el quintil con mayor poder adquisitivo representa uno de los grupos más afectados, conjuntamente con los trabajadores por cuenta propia, empleadores, entre otros. Este resultado se deriva del hecho de que, si bien los empresarios pudieron recortar personal y disminuir otros costos asociados a la producción, la disminución en la demanda de bienes y servicios fue tal que afectó en mayor medida los beneficios de las empresas.
Con relación a las transferencias a los hogares, el estudio informó que el 50% de las familias las recibieron en los meses de marzo y abril, es decir, hubo un aumento en la proporción de beneficiados. Mientras que las remesas se redujeron de 9% a 5%, ello debido a la disminución de los ingresos de familiares en el exterior, a causa del desempleo generado por la pandemia.
ENCOVI señala que la situación es bastante compleja ya que Venezuela está entrando a lo que puede ser una verdadera crisis humanitaria y, de hecho, no hay forma de saber el tamaño de la crisis sanitaria que se avecina. Las cifras ofrecidas por el gobierno empiezan a carecer de validez, a pesar de que muestran incrementos considerables en el número de infectados. Mientras tanto, el paro económico parece en vilo. Existe una gran incertidumbre y los problemas que acarrea el país solo pueden generar que la pobreza pueda seguir aumentando.
El escenario que se prevé para Venezuela es realmente alarmante, todas las cifras indican altos niveles de descomposición económica y social que posicionan al país como el peor en términos de desempeño de la región y uno de los más críticos del mundo, hecho que se acrecienta notablemente con la pandemia, considerando que el declive lleva años pronunciándose cada vez más y que ahora se remite la necesidad de permanecer en confinamiento sin posibilidades de producir ni de laborar al 100% de las capacidades. Es un panorama turbio y complejo para los distintos agentes económicos, los consumidores se enfrentan a una considerable pérdida de poder adquisitivo y los productores enfrentan numerosas trabas y dificultades que tienen consecuencias directas en la producción agregada del país en términos de oferta de bienes y servicios. Además, al país en general se le estima un capital humano escaso y limitado que incide en la calidad de vida de la población actual y del futuro y en las condiciones económicas y sociales previstas para el país.
*Redactor invitado: Moisés Morón – Estudiante de Economía (UNIMET) // moisesmoronm@hotmail.com

